A lo largo de los último años, numerosas investigaciones y estudios han descubierto múltiples beneficios del vino tinto para nuestra salud y su poder antioxidante, erigiéndose como un elemento importante dentro de la conocida como dieta mediterránea. Eso sí, hay que dejar claro que siempre nos referimos a un consumo moderado, lo que vendría a ser una o dos copas de vino diarias, porque todos los excesos son malos.
1. Para el corazón. Seguramente su propiedad más conocida, sea la cardiovascular. Su consumo contribuye a aumentar el colesterol bueno HDL y reduce los niveles del colesterol malo LDL.
2. Para la hipertensión. Reduce la presión arterial.
3. Para la aterosclerosis. Puede prevenir y frenar la progresión de la aterosclerosis en estadios tempranos. Tanto el etanol como los polifenoles tienen un efecto antiinflamatorio.
4. Para el alzheimer. Parece ser que el vino mejora el funcionamiento cerebral y su elevado contenido en resveratrol tiene efectos neuroprotectores que previene la aparición de demencia.
5. Para el riñón. Reduce el riesgo de formación de cálculos renales.
6. Para las alergias. Se ha demostrado su poder antihistamínico, reduciendo las alergias.
7. Para la salud bucal. Tiene un destacado efecto antibacteriano, que combate las bacterias que causan la caries así como otras afecciones como la gingivitis.
8. Para la próstata. A partir de los cuarenta años, disminuye considerablemente el riesgo de sufrir cáncer de próstata.
9. Para el cáncer. Reduce el riesgo de sufrir cáncer de pulmón en hombres, sobre todo si son fumadores, mientras que bloquea el crecimiento de las células causantes del cáncer de mama.
10. Para la anemia. Se ha demostrado que el vino favorece la absorción de hierro.
